martes, abril 08, 2008

INTERVENCION EN SALA SOBRE ANALISIS SITUACION CREDITICIA Y FINANCIERA


SESIÓN 7ª, EN MIÉRCOLES 2 DE ABRIL DE 2008
…INCIDENTES
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).- En el tiempo del Comité Demócrata Cristiano, tiene la palabra el Senador señor Ruiz-Esquide.
ANÁLISIS DE SITUACIÓN CREDITICIA Y FINANCIERA
Señor Presidente, quiero llamar la atención en esta Sala al silencio de los inocentes y referirme a la situación económico-social que está viviendo nuestro país. A mi juicio -más allá de los últimos reconocimientos hechos por el señor Ministro de Hacienda sobre la fuerte crisis internacional iniciada a mediados de 2007-, hace ya algún tiempo nuestra economía ha pasado por un claro punto de inflexión.
Por el alto grado de concentración económica a que hemos llegado y por las alzas de precio de productos importados se está agudizando la desigualdad -tal como hemos señalado muchos de nosotros-, se está deteriorando la distribución del ingreso, que ya se encontraba entre las diez peores del mundo.
Adicionalmente, ahora los sectores de ingresos medios y más bajos del país están perdiendo su poder adquisitivo y, al mismo tiempo, han visto agudizarse en los últimos años su nivel de endeudamiento familiar y personal por la aplicación de tasas de interés desproporcionadas, muy superiores a las de países más desarrollados que el nuestro.
Como no me es posible referirme a todos estos asuntos en el tiempo de que dispongo, solo deseo dar algunas indicaciones sobre las dimensiones de los extremos a los que hemos llegado, por ejemplo en el caso del sistema bancario y crediticio, y la situación crediticia de las personas que tienen deudas hipotecarias.
Como ha sido publicado en la prensa nacional, las utilidades de la banca en los últimos años han sido exageradamente altas -por decir lo menos-, como resultado de los cobros asociados a las más diversas formas de comisiones que estos aplican de manera indiscriminada a sus clientes y por los altos intereses cobrados a las medianas y pequeñas empresas y clientes de menor tamaño relativo, ya que las grandes compañías, lo sabemos muy bien, tienen un trato preferencial y las menores tasas del mercado.
En relación a las altas utilidades de los bancos, y con el mismo ánimo de abreviar esta entrega de antecedentes, si consideramos solo a los tres mayores bancos del país, estos incrementaron sus utilidades entre los años 2004 y 2007 -tal como lo señaló el señor Presidente en una oportunidad anterior aquí en la Sala- en más de un 50 por ciento en términos nominales. En montos reales, solo en el año 2007 se llega a la astronómica suma de 685 mil millones de pesos, (1.500 millones de dólares, aproximadamente).
Estoy hablando solamente de las utilidades de los tres principales bancos del país, en un año que exhibió ya en el segundo semestre una clara tendencia a la baja del crecimiento de la economía, y en el que hubo una impactante apelación moral por parte del Presidente de la Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica para que en nuestro país se establezca un “sueldo ético” frente a las “escandalosas desigualdades” y a las increíblemente bajas remuneraciones que percibe la enorme mayoría de nuestros trabajadores.
Creo, sinceramente, que tales utilidades nos indican con claridad la presencia de la usura, que ha sido denunciada no solo por la Iglesia Católica desde hace muchísimos años, sino que también por el Papa actual, Benedicto XVI, que incluso la ha considerado dentro de los nuevos pecados de una sociedad cada vez más enriquecida y más disociativa en relación a la diferencia de ingresos.
En concreto, en nuestro sistema bancario y financiero -que pareciera operar sin supervisión ni regulación alguna- la práctica tan desigual aplicada a los más pequeños se refleja cuando al atrasarse en el pago de una cuota de crédito hipotecario en un plazo superior a 10 días, se aumenta la deuda automáticamente en bastante más de 10 por ciento por los denominados “cargos de cobranzas e intereses penales” y otros.
A su vez, las tasas de interés y otros montos cobrados por las grandes tiendas y bancos asociados a ellas -que otros colegas ya han mencionado en oportunidades anteriores- prácticamente duplican las de la banca tradicional, llegándose en muchos casos a tasas de interés anuales superiores al 30 por ciento, pudiendo incluso alcanzar hasta el 35 por ciento.
El Fisco -sector público en nuestro país- agudiza este problema, especialmente en el ámbito inmobiliario y habitacional, por la absoluta inflexibilidad y rigidez que mantienen las instituciones de cobranza tributaria y crediticia existentes. Basta con leer en la prensa la enorme cantidad de remates judiciales de viviendas por atrasos en el pago de contribuciones y otras deudas, las cuales son entregadas a los bancos, donde grupos organizados lucran comprándolas a valores extraordinariamente bajos.
Hace algún tiempo el Gobierno dictó un decreto que favorecía a los deudores tributarios, condonando el 80 por ciento de las multas e intereses y otorgando facilidades de pago de hasta 36 meses, el que acaba de vencer el 30 de marzo recién pasado. Esta franquicia no incluía los atrasos posteriores a junio de 2007.
Por lo tanto, son miles los deudores, fundamentalmente por contribuciones de bienes raíces, que no han podido acogerse a tal beneficio, sobre todo los de familias de clase media baja y de los sectores más pobres. De marzo en adelante la situación es tremendamente complicada, ya que se suman muchísimos pagos y también el alza de las tasas bancarias y del mercado informal, como ya señalé.
Sobre el punto anterior, deseo señalar mi satisfacción -ya se concretó anticipadamente lo que habíamos pensado solicitar en esta intervención- por el acuerdo del Gobierno para prorrogar el referido plazo a solicitud de los Diputados del Partido Demócrata Cristiano.
Creo que no escapará a la percepción de nadie que la iniciativa que estoy proponiendo relativa a los intereses, si bien abarca un aspecto bastante específico y de especial importancia, representa una proporción muy menor del conjunto de problemas económico-sociales que se han venido acelerando desde el 2007 y el 2008.
La ventaja que tenemos hoy es que el Ministro de Hacienda ha reconocido que “el mundo vive la crisis financiera más seria de los últimos 30 años”, y, aunque señaló que sus efectos en Chile serán limitados, agregó “que lo más probable es que los próximos meses sean difíciles”, anticipando que la actividad económica nacional inexorablemente irá de más a menos y en forma irremediable habrá un aumento del desempleo, lo cual lamentamos, porque es habitual en estos casos que los más afectados sean las mujeres y los jóvenes. Las últimas cifras del INE muestran que la tasa de desempleo de personas entre 15 y 24 años subió 3,7 puntos porcentuales, o sea, llega a un 18,5 por ciento a escala nacional.
Señor Presidente, este no es el Chile que quisiéramos y que se encuentra a escasos dos años de nuestro Bicentenario. Pocas veces en su historia el país ha dispuesto de unas condiciones tan extraordinariamente favorables y, sin embargo, estamos experimentado una fuerte regresión.
En estos meses, el Fisco chileno habrá almacenado gracias al cobre y otros productos básicos una cantidad cercana a los 30 mil millones de dólares. Creo que es imperativo -como ya hemos lo hemos afirmado en reuniones anteriores- que el Senado de la República inicie un gran debate sobre las posibilidades de nuestro desarrollo futuro, ya que de otra forma estaríamos cayendo en notable abandono de nuestros deberes, y, muy especialmente, en cuanto a lo planteado en forma permanente respecto a la mala distribución de la riqueza.
El Papa señala ahora -no es otra cosa que la reproducción de dichos contenidos en la Encíclica Rerum Novarum, de 1891- que la sola existencia de una fortuna personal excesiva ya es pecado capital, social. Y sabemos que una persona que posee 5, 6 ó 10 mil millones de pesos -como ocurre en Chile- es capaz de generar en un año una riqueza que un comerciante pequeño o una persona con educación lograría trabajando 270 millones de años.
Es preciso efectuar tales planteamientos a diario, aunque terminen siendo majaderos de tanto repetirlos.
Por eso, señor Presidente, pido que en mi nombre se oficie al Ministro de Hacienda para que en el menor plazo posible nos indique y precise los planes especiales y extraordinarios que deberían implementarse para recuperar el ritmo y la orientación del país; y también a la Superintendencia de Valores y Seguros a fin de que nos señale la forma de enfrentar el alza inaceptable de las tasas de interés, cuya aplicación, en ocasiones, sobre intereses ya considerados cae dentro del marco general de la usura.
He dicho.
--Se anuncia el envío de los oficios solicitados, en nombre del señor Senador, conforme al Reglamento.

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