Agradezco muy sinceramente que se me haya invitado a inaugurar en mi condición de Presidente de la Comisión de Salud del Senado el Taller sobre “Derechos sexuales y reproductivos en población de adolescentes y jóvenes”
Un taller sobre esta materia, abierto a los temas que el programa señala , es introducir en la sociedad chilena un tiempo de reflexión serena y tranquila sobre un tema que es de la esencia misma del desarrollo personal de los niños, adolescentes y jóvenes y por ende un marco de referencia en una sociedad que hasta hoy , ha tenido mas bien una actitud pacata y de tabú, mas que una información abierta y lucida.
El desarrollo emocional frente a la afectividad y la sexualidad de nuestros niños y jóvenes es uno de los grandes traumas a que hemos sido sometidos desde una centena de años y que por supuesto, tiene raigambre en la historia misma de la humanidad.
A través de ese transcurso de la vida humana, su enfoque ha sido básicamente un tema privado y muy pocas veces un tema abierto, según las orientaciones que cada sociedad se dió. Hoy día el enfoque fundamental al que queremos llevar el tema, es la exigencia de dar a nuestros jóvenes el derecho a desarrollar su sexualidad con libertad, conocimiento y responsabilidad en el marco de una sociedad que aún tiene en esta materia una profunda ignorancia y también una visión irresponsable de su propio desarrollo.
Esto es indispensable para una formación asertiva, sin temores ni fantasmas frente a sectores extremadamente conservadores en su visión. El dilema que enfrentamos en esta materia, a la luz del debate publico y establecido incluso en el parlamento, es ¿cual es la mejor manera de conciliar los derechos de los jóvenes, el derecho de los padres, el derecho de la sociedad y el derecho y el deber del Estado en cuanto es ordenador del bien común nacional?. El debate no ha sido fácil, porque más allá de los elementos netamente sanitarios, biológicos y sicológicos y mas allá de los derechos ciudadanos y los deberes ciudadanos, se esconde una visión antropológica diferente en una sociedad libre, laica pero con franca mayoría de sectores religiosos influyentes y una capacidad aún escasa de abrir un debate que creemos es indispensable para intentar resolver algunas de las interrogantes y propuestas que requerimos hoy en día.
Desde que llegamos al Senado hace ya veinte años he venido predicando la necesidad de una educación y formación más integral de nuestros jóvenes incluyendo la materia en comento. Como médico de largo tiempo de ejercicio, aunque no fuese especialista y adherente a la religión católica he sido testigo del drama de muchos jóvenes al enfrentar su propia ignorancia con la ausencia de sus padres o una presión religiosa ocasional muy exigente.
Estoy convencido que esa represión es causa de una gran violencia interior que conforme la más elemental psiquiatría, es causa de la violencia exterior que redunda en una delincuencia, cada vez más prematura y brutal. Los jóvenes están hoy sometidos a una deformación erotizante que requiere más que nunca esta formación para disminuir esa carga emocional – hoy – sin contrapeso. Esa es la razón por la cual hemos presentado – junto con Ominami y Girardi . una indicación para que cada establecimiento educacional dicte clases desde el 8° Básico según “ su propio proyecto educativo para sus alumnos y también a los padres y apoderados” como ramo independiente. Estamos seguros que los profesionales de la salud tendrán un amplio acceso a este cambio curricular que nos parece indispensable.
En esta perspectiva es que valoro este taller organizado por el Ministerio de Salud y con expositores tan señalados que además de ser mis amigos de Facultad, amedrentan.
Hoy esta convocatoria tiene ribetes, sesgos y aproximaciones mucho más amplias que las que vengo señalando. Nuestra propia discusión en la Comisión de Salud, donde hemos aprobado el proyecto del Ejecutivo, así lo hemos comprobado. Tengo la esperanza que las exposiciones y discusiones de este taller nos entreguen nuevas ideas que podamos incorporar en la discusión particular.
Lo más novedoso del actual debate es que se ha incorporado una visión de los Derechos Humanos de los propios jóvenes, enfoque que nunca antes había tenido, muy propio de la también nueva definición de los jóvenes como sujetos de pleno derecho y no simplemente como objeto de determinadas políticas. Esto conlleva, necesaria y consistentemente el cambio de la concepción de los mencionados Derechos Humanos, ampliados más allá del ámbito político y ahora consustanciales de la persona humana.
También esta nueva dimensión de los jóvenes nos lleva al deber de la sociedad como ente jurídico y al Estado como expresión de ella en la contingencia derivada de su expresión mayoritaria, a generar las normas, las políticas y las condiciones culturales para que esta nueva dimensión se concrete. No es, entonces, sólo la admonición teórica sino la obligación ética de concretarla. La ética política en este caso se expresa en la coincidencia del querer con el deber. De la coincidencia entre la potencia y el acto, como expresión de esa sociedad.
Hay ahora también una visión ligada a la no tan nueva definición de salud, pero excesivamente olvidada, que señala que la Salud es no sólo ausencia de enfermedad, sino básicamente el desarrollo pleno del Ser Humano, distinto del mero crecimiento económico o del simple mejor conocimiento de la ciencia o de la simple realidad entregada a nuestra capacidad intelectual.
Este desarrollo tiene una curva de crecimiento exponencial en los primeros veinte años, incluyendo los últimos tres meses del embarazo. Es por lo tanto indispensable el enriquecimiento global del muchacho y muchacha en la niñez, adolescencia y juventud para su vivir posterior. Es decir es ahí – enseñanza básica y media donde debemos actuar. Más tarde será ya tarde. No necesito antes ustedes ratificar la vieja frase de un gran pediatra penquista : La felicidad o la tristeza del hombre viejo nacen por igual en el recuerdo de su adolescencia y juventud. Y ellos se fincan sobre todo en la alegría de vivir su libertad de pensar o la sensación de haber sido enjaulado aunque sea con barras de oro, en la afectividad vivida con hermosura y transparencia y en el pleno desarrollo de su sexualidad, mezcla de amor y comunitariedad de pareja.
Trasladada esta búsqueda de libertad afectiva y sexual al mundo interior de cada sujeto y su implantación en la sociedad, nos surgen las obligaciones que tenemos como líderes y conductores en cualquier ámbito de nuestro quehacer. Cada uno de ustedes tiene esta obligación aportando su saber y su experiencia personal que es más rica y cercana que cualquier dato empírico para lograr una visión optimista del futuro desde la adolescencia sin culpas, sin infiernos, sin temores donde más que cumplir o lograr una utopía es su constante búsqueda la que ensancha el espíritu y templa la voluntad.
Termino señalando que cada paso que demos en estos temas es un avance en la búsqueda de libertad personal, de alegría societaria, de conciencia pública o de mesura personal para no ser tonto útil a un libertinaje que sólo significa retroceso real frente a la entropía de la felicidad.
Los avances serán difíciles y a veces tormentosos. La tentación troglodita de las sociedades es atávica pero buscar aunque sea lenta, esta felicidad es nuestro destino. Aunque a veces, como hoy, vale la pena llamarlo a la acción pronta, con carácter misionario como nos pide el poeta de los tiempos dramáticos de su España en guerra.
No nos quedemos como perros mirando la luna.
Todo hay que hacerlo ahora
Ahora que tenemos sol bajo las venas
Ahora que el tiempo se nos está pasando.
HE DICHO
AGOSTO DE 2009
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