martes, noviembre 07, 2006

La vuelta al colegio


El senador DC Mariano Ruiz Esquide colgó su uniforme escolar en el armario allá por mil novecientos cuarenta y tanto. Sin embargo esta semana, pese al tiempo y a las polillas, su añoso traje de pingüino pareció calzarle como nunca. Curioso resultó para algunos que el “decano” de la Cámara Alta cambiara su cómodo sillón parlamentario por un simple pupitre, al asumir como una suerte de mediador no oficial entre el gobierno y los estudiantes. Pero los que lo conocen, saben que pocas cosas lo estimulan más que trabajar con los jóvenes. Y también saben que el senador comparte el mismo “feeling” de los estudiantes: es detractor acérrimo de la municipalización de los colegios y de lo que él considera “el vergonzoso negociado de la Educación”. Durante tres días se la pasó en reuniones donde debatió de tú a tú con adolescentes de 16 años que, con seguridad, deben haberlo sentido a ratos como un “tata buena onda”. Recogió inquietudes y dio consejos y, aunque no siempre le hicieron caso, los mismos estudiantes reconocen que su presencia ayudó a pavimentar una salida a la crisis, con un gobierno que no siempre pareció dispuesto a escucharlos. “Todo se dio de una manera muy espontánea. Tuve una reunión con los dirigentes de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (Feuc) y ellos, viendo lo que estaba pasando, les propusieron a los dirigentes secundarios que hablaran conmigo, en mi calidad de presidente de la Comisión de Educación del Senado. Me senté a conversar el día lunes con los voceros de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios, y ellos me transmitieron sus dudas acerca de lo que había ofertado la Presidenta. Después precisaron sus demandas y me preguntaron si se las podía hacer llegar al gobierno”. -¿Y como pensaba servir de nexo? -Llamé al ministro del Interior, Andrés Zaldívar, y le pregunté si podía hacerlo. Él me dijo que sí y quedé de llevarle las peticiones. Surgió la idea de que podía hacerse un intercambio de cartas, con las solicitudes de los alumnos y las respuestas del gobierno. En realidad se dio así porque con Andrés somos amigos, y los dos estábamos interesados en que esto se arreglara. Yo nunca dije que era mediador, porque para eso una parte tiene que pedirlo y la otra aceptarlo. -En la práctica, ¿cómo comenzaron a operar? -Con los muchachos acordamos reunirnos esa misma tarde. Lo hicimos en casa del ex senador Sergio Páez, quien nos la ofreció para que no nos pillaran y para poder trabajar tranquilos. De ahí nos fuimos a la sede del Senado en Santiago, donde se redactó la carta que, finalmente, yo le llevé al ministro del Interior. -Pero el ministro del Interior no la recibió. -Andrés la leyó y me dijo que no la podía recibir, porque excedía los planteamientos que yo le había transmitido en la mañana. Según él, sería reabrir negociaciones sobre temas absolutamente diferentes. Lamentablemente eso yo no se lo pude transmitir a los muchachos, porque entonces ya se habían ido. Eran como las dos de la mañana y yo ya los había mandado a dejar. Descoordinaciones y quiebres -Pero al otro día tampoco acusaron recibo… -Me comuniqué con los chicos a la mañana siguiente, y les expliqué la posición del gobierno: era imposible que La Moneda aceptara su petición de tener el 50% más uno de los representantes del Consejo Asesor Presidencial de Educación. Además, los secundarios pedían una explicitación demasiado detallista de algunas tareas para modificar la Ley Orgánica de la Enseñanza (Loce), o la manera de corregir la Jornada Escolar Completa (JEC). El gobierno estimaba que podía hacerse un acuerdo sobre bases generales, pero no a tal nivel de detalle. Ahí se fue quebrando la cosa. -¿Cuándo terminó de quebrarse? -El martes a las 19 horas, convoqué a una conferencia de prensa para decir “me voy”. Cinco minutos antes de entrar a la conferencia, me llama Zaldívar y me dice, “si los muchachos se bajan al 40% en vez del 50%, estamos en condiciones de acoger su petición, sin exceso de detalles y sin que aparezca como una exigencia”. La conferencia de prensa fue muy extraña: la convoqué para irme y terminé diciendo que me quedaba. -Si el gobierno estaba dispuesto a ceder, y los estudiantes también, ¿entonces qué falló? -Al otro día, a las 7 de la mañana, me comuniqué con los muchachos. Me dijeron que lo iban a decidir a las 9.30. A esa hora, cuando ya salían para el Congreso Nacional, hablé con el vocero Juan Carlos Herrera, y me dijo que no había espacio para analizar el tema, porque la asamblea tendría que resolverlo entre hoy y mañana. Y como el gobierno ya había convocado al Consejo Asesor, le dije que no había nada más que hacer, porque esto no se podía andar discutiendo después. Y ante eso, el miércoles a las 11 de la mañana renuncié. -¿Al final fue todo un problema de tiempos? -Exacto. No hubo cómo convencer a los muchachos de dos cosas. Yo les dije, partan de la base que el 98% de lo que ustedes están pidiendo va a ser dado. Pero entiendan que la Presidenta no puede decir “acojo el planteamiento”, porque ustedes están en paro. Entonces esto terminaría siendo un encañonamiento al gobierno, y eso ningún gobierno lo puede aceptar. Les dije también que éste era el momento de bajarse, porque de otra manera les iba a ir mal, porque la gente se estaba aburriendo, porque iba a haber temporales y porque el viernes empezaba el Mundial. Inteligentes pero porfiados -A usted, que trabajó con ellos, ¿qué impresión le dejaron los muchachos? -Son inteligentes, comprometidos, organizados y muy firmes en sus posiciones. En Chile todos se quejan de que los jóvenes “no están ni ahí”, que no tienen interés, y en definitiva estos chicos demostraron que son capaces de moverse y de jugarse por causas nobles, y de hacerlo bien. Trabajar con ellos fue una experiencia muy grata y estimulante. -Pero… ¿hay un pero, verdad? -Son extremadamente confusos en algunos aspectos. Y eso es natural, porque tienen 16 años. Cuando estuve con ellos, los encontré tremendamente cansados; imagínese estar discutiendo semanas, y terminar en el Congreso Nacional a las 2 de la mañana, tratando de armar un arreglo que finalmente no se logró. Y por último, los noto muy porfiados. Debieron haber aceptado en ese momento… -¿Qué riesgo corrían al no aceptar la propuesta del gobierno? -Que a partir de ese momento, el movimiento dejaba de tener el prestigio y la acogida que tuvo al principio entre la gente. En segundo lugar, que podían perder el liderazgo del movimiento; iban a empezar a meterse otros grupos ajenos llamando a paro y a movilizarse, como pasó con el Frente Manuel Rodríguez. Y tercero, iban a perder la oportunidad brutal e histórica de haber incorporado a seis estudiantes secundarios en el Consejo. Habrían sido la delegación estamental más grande del Consejo, superando incluso a los representantes del Parlamento. Les advertí que iban en el minuto 80 ganando 3-0, pero que en estos 10 minutos finales, les podían meter 4 goles y dar vuelta el partido. “Váyanse ahora y se van como reyes”, les dije. Pero no me hicieron caso… ¿Zilic al sacrificio? -Algunos parlamentarios de oposición han pedido la cabeza del ministro de Educación, Martín Zilic. La opinión pública tampoco ha evaluado bien su gestión. ¿Cuánta responsabilidad le cabe realmente al ministro en el manejo de la crisis? -Martín me manifestó esta semana que muy pocas veces actuó a iniciativa propia. Normalmente las decisiones que tomó fueron consultadas con La Moneda, y él me dijo que se sentía como “el pato de la boda”. Hubo medidas que no debieron tomarse, pero él las asumió como propias porque era el ministro. Cuando estos conflictos se dilatan mucho, el ministro sectorial deja de tener relevancia y los temas pasan a tratarse directamente con La Moneda. Su papel es bien ingrato, porque a menudo quedan como el “jamón de sándwich”. Del gobierno le dicen, “ofrezca 10”, y después sale el Presidente ofreciendo 12. Por eso que los ministros sectoriales frente a estos conflictos quedan muy vulnerables, y suelen ser los primeros en ser sacrificados. -¿Cree que Zilic podría ser sacrificado? -Eso sería especular. Pero yo creo que si este ministro se va a consecuencia de esta crisis, también es probable que caigan otros. -Eso podría ser grave para la DC, porque podrían quitarles la cartera de Educación, que históricamente han asumido ustedes… -Ha sido una norma en los gobiernos de la Concertación que el ministro que se va sea reemplazado por un ministro de su misma colectividad. Si cae un DC, vuelve otro DC. No, es un axioma, pero ha ocurrido cerca del 70% de las veces. -Estamos en 2006 y no en 1970. ¿Por qué entonces sigue siendo tan importante para la DC conservar el Ministerio de Educación, en desmedro del PS? -A nosotros nos gusta tener este Ministerio porque nos interesa la educación. Tenemos una concepción humanista, donde la formación de la gente, los valores espirituales, el desarrollo personal, intelectual y emocional del hombre es muy importante. -Pero imagino que la el tema valórico no les resulta indiferente. La visión de mundo de la DC es muy distinta a la del PS... -Nosotros creemos que el Estado debe tener una actitud que proteja la libertad de enseñanza, la oriente hacia el bien común, le dé valores e impida el libertinaje y los excesos. Creemos que tenemos en eso una mayor pertinencia que el bloque progresista, una visión más ecuánime del tema, y una capacidad de mirar e interpretar más ampliamente a la sociedad chilena. Ese es un plus nuestro, y no una falta de consideración a los demás partidos. Creo que la DC puede manejar mejor el tema de la educación que el PS. Definiciones frente a la Loce: Libertinaje: “La educación es ahora un negociado descomunal. La Loce retira la capacidad del Estado de controlar los excesos, y por lo tanto se transforma en un libertinaje. Cada colegio enseña, instala, dice y hace lo que quiere”. Municipalización: “Son 340 municipios convertidos en 340 Ministerios de Educación”. Manos atadas: “La Concertación no tuvo durante 16 años el quórum para modificar la Loce. En 1992 se presentó un proyecto para terminar con la municipalización, pero como no podíamos ganar, se le puso más dinero a los municipios. Eso fue ponerle parches a un modelo que tendía a la autodestrucción”. ¿Visto bueno?: “Hay un cambio de escenario, y ahora la derecha no puede alegar que la reforma a la Loce es un capricho de la Concertación. Es un movimiento que movilizó a un millón de muchachos el que les dice “échenle pa’ delante’”. La “desconocida” de Lagos Weber: “No me ayude compadre” -En medio de las negociaciones, el gobierno pareció quitarle el piso. El ministro Lagos Weber declaró que usted no tenía nada que hacer ahí. -Yo creo que la declaración del ministro Lagos no fue afortunada. Los muchachos estaban entusiasmados en ver que yo los podía ayudar, y en ese momento se dan cuenta de que sale el gobierno diciendo “no me ayude compadre, que yo no lo voy a escuchar”. En esas condiciones, es lógico que los estudiantes iban a pensar “para qué seguimos hablando con usted”. Estuvimos a minutos de haber resuelto el tema.
Francisco Bañados Placencia
Ilustración: Domingo Baño A
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