Señor Ricardo Brodsky, Director del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.
Señor Ramón Valderas, Presidente Fundación Bernardo Leighton.
Señor Presidente del Partido Demócrata Cristiano camarada Ignacio Walker.
Señoras y señores, dirigentes políticos, estimadas amigas y amigos, señores representantes de los Derechos Humanos.
Mis primeras palabras son para agradecer a la Fundación Bernardo Leighton, representada por su presidente, por honrar la memoria de Bernardo Leighton y su devoción al organizar ésta, y otras ceremonias, que nos conmueven y nos obligan a una gratitud que estará en nuestros corazones permanentemente.
Este acto, en especial, busca recordarle a Chile la voz de don Bernardo preñada de libertad, de compromiso y respeto por los DDHH. Sin embargo no puedo dejar de agradecer también en el nombre de los que firmamos el rechazo del Golpe Militar del 11 de Septiembre de 1973, el saludo de recordación y amistad que nos entregan.
En lo personal, es para mí un honor muy especial hablar en su nombre, en el nombre de los que estamos vivos y en el de los que murieron en el curso de estos años. Pero también en el nombre de quienes los representan en esta sala como sus descendientes.
Hablo en nombre:
De Bernardo Leighton
De Ignacio Palma
De Renán Fuentealba Moena
De Fernando Sanhueza
De Sergio Saavedra
De Claudio Huepe
De Andrés Aylwin Azócar
De Jorge Cash
De Jorge Donoso
De Belisario Velasco
De Ignacio Balbontín
De Florencio Ceballos
De Marino Penna
De Waldemar Carrasco y
De Radomiro Tomic
El mayor valor de nuestro documento condenatorio fue la inmediatez como respuesta. Nos reunimos inmediatamente en las siguientes 48 horas del 11 de Septiembre de 1973 y entregamos nuestro testimonio y nuestra visión de ese momento, pero también intentamos fijar hacia el futuro, el compromiso de lucha por los DDHH y la libertad de Chile.
Fue también un compromiso a largo plazo de reunificación del país porque era nuestra esperanza que nunca más volviéramos a pasar por algo semejante.
Fue un compromiso personal y colectivo por un " Nunca Más".
Nos jugábamos por la unidad de los chilenos contra toda dictadura, que hoy a cuarenta años podemos mostrar como país.
Hoy hemos escuchado voces que señalan que es la hora del futuro sin quedarse anclados en el pasado.
Compartimos plenamente la necesidad de abrir hoy los espacios a la nueva democracia, pero en la conciencia de cada chileno, han quedado nuestras viejas rencillas consientes que los países que no aprenden de su pasado vuelven a cometer los mismos errores. Esa es la perenne enseñanza que nuestro documento llamado " la Carta de los 13" nos ha legado.
Por eso lo que cada año da fuerza y esperanza a los planteamientos de aquellos años bajo la mirada paternal y fraternal de Bernardo Leighton lo volvemos a repetir ahora; es el grito de NUNA MAS, NUNCA MÁS la intolerancia, el desprecio por la vida humana, NUNCA MÁS la sanción por el sólo pensamiento diferente o la sola discrepancia., NUNCA MÁS el atropello a la libertad, la razón, al chileno común y a la conciencia mayoritaria o a la vida de cada compatriota.
Nuestro mensaje de entonces fue el llamado para preservar la democracia que veíamos pisoteada. Preservar el respeto institucional del Congreso Nacional. Preservar los derechos de los trabajadores, los derechos de los que no tenían voz y la seguridad de los que no tenían otra defensa que nuestro ejemplo para el futuro de esos años y que luego fuera seguido por muchos otros.
Cuarenta años después hemos sido capaces de replantearnos como país una unidad democrática, luchando por el acuerdo en torno a otros requerimientos, pero con el mismo espíritu de luz y testimonio que nos movió ese aciago 11 de Septiembre.
Pero hay temas pendientes que pueden ser espinas irritativas a la convivencia nacional.
La derrota de la Democracia de aquellos años se llama hoy desigualdad. La libertad perdida a manos de la Fuerza se llama hoy los derechos de los más desposeídos que aún se atropellan. El grito ahogado de la Declaración es hoy la lucha contra la acumulación insensata del poder y la riqueza.
A su vez el salto contra el viento que justificó nuestra vida política es el salto que el mundo de los DDHH ha dado en Chile para defender a nuestros niños, a las etnias, a los que nada tienen, y la voluntad para recibir el perdón de los responsables pero en el contexto de verdad y reparación.-
Por eso estoy levantando mi voz para agradecer vuestro saludo estimado Presidente, porque de nada hubiese servido todo lo ocurrido ese día 13 si no hubiese existido la tierra fecunda que recogió la semilla de tantos otros jóvenes, trabajadores, militantes de tantos partidos que levantaron su voz en miles de rincones de la patria.
Pero sólo pedimos que estemos alertas para avizorar los signos que vuelvan a aparecer: La rudeza del no perdón. La violencia institucionalizada del poder o la riqueza excesiva. La concupiscencia de ese mismo poder o el desprecio por el valor de la persona humana.
Mil gracias por el reconocimiento que nos han hecho.
Sepan que no hay ni orgullo, ni hay soberbia en nuestros corazones.
Tan sólo gratitud porque no hemos sido sino alumnos de tantas chilenas y chilenos que nos enseñaron, por años, en las cátedras de diversas universidades o del ejemplo digno de la gente de nuestros campos y ciudades.
Hoy cuando nos reciben en el seno de nuestro partido o Instituciones para valorar nuestro gesto, permítannos decir gracias con los ojos más nublados, porque ustedes y nosotros somos una sólo voz, una sola voluntad y un sólo grito de esperanza y fe en el futuro de nuestra patria.
He Dicho,
MARIANO RUIZ-ESQUIDE JARA
SENADOR DE LA REPÚBLICA
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