lunes, julio 07, 2008

Voto Político - sector chascones PDC

Una Democracia para Todos los Chilenos
Una Nueva Gran Mayoría Nacional y Popular.



A partir del V Congreso nuestro ideal para servir a Chile es un Estado de Derecho, plenamente Democrático, compenetrado con una sociedad participativa, solidaria e inclusiva, de derechos y responsabilidades ciudadanas, impregnada por los valores de la libertad, la justicia y la paz. Queremos hacer de Chile una sociedad plenamente democrática de la cual todos se sientan parte, sin exclusiones, donde todos puedan decidir sobre la construcción de nuestro destino común, el que nos pertenece a todos los chilenos. Queremos hacer de Chile una sociedad segura y digna humanamente, donde todos encuentren amparo y protección garantizados frente a los riesgos mayores que se corren a lo largo de la vida; los de catástrofes naturales; el hambre; la niñez y vejez desguarecidas; la enfermedad; la violencia; la arbitrariedad del poder; la carencia de techo digno; la discriminación de cualquier tipo;el aislamiento y las consecuencias de la recesión económica.

Hace veinte años nos encontrábamos lejos de este ideal que denominamos desarrollo con equidad. Hemos avanzado pero estamos a medio camino. Nadie puede negar los progresos alcanzados en todos los ámbitos de la vida nacional. Nadie puede ignorar que estos cambios se han debido a la acción mancomunada de fuerzas políticas y morales de genuina inspiración humanista. Hasta ahora es indiscutible que la Democracia Cristiana se ha alzado como como un eje central de esta empresa humanizadora. La ha favorecido su capacidad articuladora, heredera de 70 años de experiencia para unir fuerzas, buscar alianzas y representar a las grandes mayorías. Lo ha realizado, en esta etapa histórica, con su voluntad de concurrir a la formación, mantención y reformulación de la Concertación de Partidos por la Democracia. Sobre todo con la fuerza de su inalterable compromiso con la gobernabilidad y sustentabilidad del país dentro de una convivencia democrática.

Hablamos desde nuestro humanismo compartido. Hablamos desde una historia de logros y realizaciones que nos enorgullecen y comprometen. Hablamos con dignidad y autoridad, tanto para valorar lo positivo como para exigir correcciones a lo negativo. Ahora lo hacemos en tiempos de crisis. Corren tiempos de inestabilidad, vértigo e incertidumbre. Temor frente al futuro, porque hay un cambio inexorable que proviene de los desafíos de la globalización, la sociedad del conocimiento y las comunicaciones, los que debemos aprender a enfrentar acertadamente. La nuestra es una época de grandes cambios en los modos de hacer política y de organizar la economía, de nuevas formas de unir al pueblo y a los países, de comunicarnos con el mundo y de luchar por los derechos de la persona humana. A pesar de los grandes éxitos logrados por los Gobiernos de la Concertación en estos casi 20 años el País enfrenta una nueva crisis paradójica sin precedentes. Tiene una mayor riqueza, pero no ha podido resolver satisfactoriamente nuestra “vergonzosa” injusticia en el ingreso. De este modo, ahora en estos últimos años, Chile ha iniciado un nuevo ciclo histórico, que presenta desafíos en los núcleos vitales que afectan el funcionamiento de sus sistemas político, económico, social y cultural. Esto demanda una nueva propuesta estratégica programática, acorde a los tiempos. A más tardar para el próximo gobierno y no para veinte años más.

Para llevarla a cabo, no basta con las fuerzas que tenemos acumuladas en estos días, se requiere una sinergia solidaria inédita. Un movimiento social y político, que simbolice la voluntad conjunta de una Nueva Gran Mayoría Nacional y Popular. Una corriente movilizadora, constructiva y pacífica, una nueva forma de Unidad Política y Social del Pueblo, para el Siglo XXI, que sintonice con los criterios concordados por nuestro V Congreso.

Para muchos, los fines de la política son los mismos de ayer. Muchos aún siguen abrigando las esperanzas de hace veinte años. Los nuevos desafíos señalan que la estrategia a seguir no puede continuar siendo la misma. El camino de salida de la dictadura, la estrategia transaccional de aceptar las bases de la institucionalidad autoritaria, para cambiarla desde dentro de sus propias reglas del juego, que fue acatada en 1988, está agotada. Los cambios desencadenados difícilmente pueden ser enfrentados con los métodos y visiones que sirvieron para la transición democrática. Entonces se hicieron muchas concesiones a la minoría que sustentó el régimen autoritario, para ahorrar vidas y sufrimiento. Sobre todo el riesgo de la vuelta atrás. Hubo compromiso de hacer cambios fundamentales por consenso, pero en las áreas claves, estos no se cumplieron por carecer de una mayoría parlamentaria y social eficiente. Se han roto las confianzas y la política de concesiones está agotada. Hay dos muros irremontables que la Derecha dejó anclados y que los ha ido estrechando a través de estos veinte años años. Ella ha corrido y achicado las fronteras, impidiendo los mecanismos de cambio democrático, agotando el funcionamiento de los sistemas que permiten resolver los problemas. La actual crisis se hace presente en dos ámbitos claves y desde allí se expande al resto. a) Primero debido al empate político institucionalizado, en los procedimientos que regulan el propio sistema político, por medio del bi-nominalismo, los quórum y las demás disposiciones obstaculizadoras del cambio de orden, a lo que se suma su negativa sistemática, para llegar acuerdos que conduzcan a un nuevo orden político compartido. b) Segundo debido al diseño rígido que en materia económica, tiene el “Estado Subsidiario” de inspiración neoliberal, aún vigente en varias de las disposiciones Constitucionales e institucionales. Estas imponen los criterios de los mercados, por sobre las decisiones políticas democráticas de las grandes mayorías. Esto genera una injusticia social creciente e indignante. Está a la vista que estamos en la presencia de una exclusión política y social intolerable. Este formato justificado en su condición de carácter temporal, se ha eternizado produciendo cansancio. Lo que es tanto más grave, no está funcionando de modo de enfrentar adecuadamente los nuevos y grandes desafíos que se presentan a nuestro país, provenientes del escenario internacional y que impactan a la nación y su sana convivencia. Esto impide el desarrollo indispensable, para una democracia plena con equidad, cohesión e inclusión social.

Hoy, si no se reorienta la estrategia de desarrollo, no habrá crecimiento ni inversión social suficiente. Se ensanchará aún más la brecha entre ricos y pobres y el orden social estallará en miles de conflictos de imposible resolución. Aún cuando con madurez y realismo todos podamos coincidir en que hay que mantener los criterios básicos estratégicos de una economía de mercado abierta, compulsada por la globalización, es menester cambiar los actuales diseños, porque los actores son otros y la cultura y conciencia política es otra. El Estado no puede ser indiferente a los problemas sociales y debe asumir aquellos riesgos que las personas por sí solas no pueden enfrentar, debe establecer los equilibrios con criterios de justicia social. En esto consiste un Estado Democrático y Social de Derecho, como lo propiciamos en el V Congreso. El Estado no puede avalar un mercado desenfrenado y devastador de recursos económicos, de salud, de vida y calidad de vida para favorecer a una pequeña minoría concentradora. Queremos un Estado que mediante instrumentos democráticos, pueda asegurar la justicia entre generaciones garantizando tanto la sustentabilidad social como aquella frente a la naturaleza.

Producto de estos obstáculos, en estos últimos años se ha ido produciendo una creciente separación y desconfianza, entre la política y la base social, lo que es pernicioso para la sustentación y la estabilidad de la democracia, pues afecta la cohesión social, generando exclusiones inaceptables. Esto se manifiesta en la opinión negativa de la gente, acerca de la actividad política, los partidos y sus instituciones lo que se señala en todas las encuestas. El encapsulamiento de la élite política queda claro, cuando sobre el 50% de la gente, se declara no comprometida con la actividad política, los partidos o sus conglomerados. Nuestro partido además se encuentra hoy especialmente amenazado, por otros dos factores adicionales. La competencia desde derecha e izquierda, por copar el centro articulador de la política de vanguardia, que hasta ahora nosotros hemos desempeñado; y los atentados a la moral colectiva interna, producidos por la lucha cerrada de grupos facciosos sumado a algunos graves actos de corrupción llevados a cabo por ex-militantes o suspendidos, los que actualmente están sometidos a nuestro Tribunal Supremo y a los Tribunales de Justicia. Respecto a lo primero, consideramos que debemos combatirlo con coraje abriéndonos de par en par, para servir a la sociedad y tomar en cuenta sus mensajes; y lo segundo, fortaleciendo nuestro compromiso ético y pidiendo perdón por el daño causado a la par de ir robusteciendo nuestra cohesión interna mediante el respeto, la tolerancia y la construcción de una plataforma programática común y compartida, tanto para los gobiernos locales como para los regionales y el nacional dentro de los criterios del Quinto Congreso.

El nuevo ciclo histórico que Chile ha iniciado exige una nueva estrategia política de sello Nacional y Popular Unificadora. No otra cosa se deriva como conclusión orientadora, de nuestro Quinto Congreso. Una estrategia que se proponga la profundización de las libertades democráticas y el fortalecimiento de las garantías y derechos de las personas. Una estrategia que, en las actuales circunstancias de bonanza económica y ahorro, resuelva las fuertes demandas sociales y desafíos económicos movilizando con capacidad, iniciativa y creatividad todas las energías acumuladas que tiene el país y su solidaridad.

Hay que vencer el aislamiento y el descrédito de la política, vigorizando la organización, la participación y las instituciones sociales. Al mismo tiempo, hay que afianzar la presencia de los partidos políticos al interior de las redes de la ciudadanía. Este desafío entraña un partido inteligente, unido y fuerte. Un partido que supere los particularismos grupales y adopte una mirada universal y generosa formando y socializando humanamente la política. Un partido que reasuma con fuerza su rol de vanguardia social comunitaria y articuladora. Que escuche al Chile actual y real, preferentemente a los más humildes, para ser sus portavoces y representantes legítimos. Nutriéndonos con apertura para elaborar nuestro nuevo relato o discurso colectivo, de modo de concebir un programa que signifique un nuevo paso de emancipación y de humanización de nuestra sociedad. Esta campaña municipal puede ser la ocasión propicia para emprender este nuevo rumbo si sumamos todas las capacidades de liderazgo sin pequeños egoísmos. La señal es abrirnos con coraje y no encerrarnos en nuestras debilidades. Chile nos lo demanda.

Son estas impresiones, que nacen de nuestra honesta preocupación por Chile, por nuestro partido y por nuestra coalición, las que nos mueven a someter a la deliberación de la Junta Nacional del Partido, las siguientes propuestas:

1º La selección del precandidato(a) presidencial de la Democracia Cristiana por sufragio universal de militantes, abierta a la participación de los ciudadanos, adherentes y simpatizantes, no inscritos en otros partidos, con un umbral de universo de partícipes de 250.000. El voto de los no militantes, tendrá una ponderación del 50%. Cada candidato deberá presentar su opción acompañado de una plataforma programática básica, dentro de los criterios del V Congreso, de modo de darle la mayor seriedad al concurso. La presentación de las candidaturas será sin umbral mínimo de adhesiones, para quienes hagan su postulación.

2º Después de seleccionar al candidato(a) de la Democracia Cristiana, se debería perfeccionar el Programa de Gobierno, mediante un proceso de escucha, debate y deliberación abierto en todo el país favoreciendo la consulta a las comunidades por localidades y regiones.

3º Para la nominación del candidato presidencial de la Concertación, el partido debe proponer que esta sea por sufragio universal de todos los ciudadanos miembros de los partidos políticos de la Concertación. Abierta igualmente a los ciudadanos adherentes o simpatizantes no inscritos en otros partidos políticos, con una ponderación del 50%.Con un universo de 500.000 como mínimo. Cada postulación deberá estar acompañada por una plataforma programática. Luego de designado el candidato común, se convocará a una Asamblea Programática de la Civilidad, para consensuar un Programa Único, de carácter Nacional y Popular.

4º La elección del precandidato(a) del Partido Demócrata Cristiano deberá ser al menos con 30 días de posterioridad a las elecciones municipales y no después de 45 días
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5º El Partido Demócrata Cristiano deberá promover desde ya, con voluntad política y coraje, el cambio de la actual Constitución Política del Estado, dando lugar a un amplio debate y diálogo nacional a partir de las próximas elecciones municipales, de modo que la próxima Carta Magna, sea aprobada legítimamente por el pueblo soberano dentro de los primeros años del bi-centenario.

6º En el espíritu del Quinto Congreso, la Junta Nacional acuerda que las candidaturas parlamentarias, sin perjuicio de los procedimientos de preselección interna estatutarios, sean sometidas al mismo mecanismo abierto, de la candidatura presidencial. Esto favorecerá la reconquista de la confianza ciudadana, para nuestros representantes y la renovación de liderazgos, pues lo haremos de cara al pueblo.

7º Que el P.D. C. asuma su condición histórica de Partido eje articulador de la unidad, al Servicio de Bien Común de Chile y de su Pueblo, iniciando desde ya el debate para conformar un Programa Nacional y Popular, enmarcado en el V Congreso. Haciendo públicas de modo transparente y responsable, sus iniciativas políticas debatidas y concordadas por sus órganos correspondientes. La campaña municipal es propicia para favorecer un debate nacional abierto, acerca de la eficacia y pertinencia de las distintas políticas. Los actuales grandes desafíos de Chile, no pueden esperar por largo tiempo. Esto es lo que sucede con la matriz energética; la crisis económica internacional; la asignación de responsabilidades públicas y privadas en las distintas políticas sociales; la reorganización del servicio público con criterios de eficiencia, integridad y transparencia, en razón del bien colectivo y no de los intereses privados; la seguridad ciudadana integrada con la comunidad; el control de la inflación resguardando los intereses de los más pobres; la eficiencia de los medios de transporte y la conectividad; la protección del medioambiente en equilibrio con el desarrollo humano; el desarrollo del conocimiento y de nuestras capacidades científico tecnológicas. En fin, del camino hacia un Desarrollo Humano y Solidario. Hay que iniciar desde ya la misión de reconquistar la voluntad popular, desde la campaña municipal, pues tenemos que concatenar las propuestas Nacionales con las Locales. Esta es nuestra gran oportunidad de actuar todos unidos y no desperdigados en torno a una plataforma común.

8º La renovación de los métodos e instrumentos de trabajo del Partido, para con las organizaciones sociales, con el fin de fortalecerlas y de este modo asegurar su futura participación en las decisiones y propuestas de políticas públicas.

9º La declaración explícita del Partido Demócrata Cristiano de Chile, en el sentido que su política de alianzas internacionales, se enmarca en el respeto y colaboración con partidos de identidad y tradición democráticas, lo que excluye la participación de la Unión Demócrata Independiente de Chile, de su participación tanto en la Organización Demócrata Cristiana de América Latina, como de la Internacional correspondiente.

10° En esta perspectiva tenemos la gran oportunidad de abrirnos a una nueva gran mayoría que recoja la voluntad de cientos y cientos de jóvens que no se sienten comprometidos con la política; con muchos cristianos que ahora esperan la concresión de nuestros ideales de redención política y social; a muchos profesionales jóvenes y universitarios que podrían ser un enorme aporte a nuestra tarea y a muchos independientes que después de 18 años de gobierno de la Concertación encuentran en nuestro V Congreso el reverdecimiento de nuestras políticas y nuestra aplicación ideológica un encantamiento hacia el mundo liberador que proponemos.

11° Finalmente queremos reiterar nuestro compromiso ético y épico de la política y de nuestro actuar; Nacimos para cambiar a Chile en las perspectivas señaladas, no permitiremos que sea el mundo el que nos cambie a nosotros. Creemos en la consecuencia en el actuar, el pensar y el hablar, como la base ética de nuestro partido.




Santiago, 4 y 5 de julio de 2008.

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