martes, mayo 19, 2009

LA MUERTE MENOS TEMIDA

Así vivió Claudio Huepe García bajo el emblema de la ciudad de Cañete que fue el escudo de Pedro de Valdivia.

Así vivió cuando vió amenazada la Democracia. Por eso, a las 17:00 horas, del día 12 de septiembre de 1973 – la hora de García Lorca – en la casa de Leighton – hizo los últimos arreglos a la redacción de la declaración pública que 13 demócratas cristianos firmamos bajo su llamado y el de don Bernardo Leighton. Una hora después, esa declaración estaba en los medios de comunicación de Europa y en las oficinas del Gobierno de Chile. Por eso vivió bajo amenaza hasta su detención.

La Muerte Menos Temida fue la que lo hizo ser líder de la juventud y de su partido porque no preguntaba cual era el riesgo de las acciones, sino que se contestaba, qué había que hacer para defender la libertad, la revolución comunitaria y social de la Democracia Cristiana y el pueblo de Chile para cambiar así, las bases de una sociedad injusta.

La Muerte Menos Temida Da Mas Vida. Por eso hoy sus amigos, camaradas y todos los líderes de los partidos se levantan para decirle adiós, pero decirle también que la muerte que él despreciaba, es la que lo mantendrá con vida en el corazón de su provincia, su región y su país.

La Muerte Menos Temida lo llevó a quedarse sentado sin cantar el Himno Nacional cuando se cantaba entre fiestas y muerte. Su secuencia de vida de una muerte no temida lo llevó al exilio y a la prisión, donde mordió la derrota, pero jamás dobló sus rodillas.

Fue la vida vivida con fuerza, con arraigo y con alegría, la que lo llevó a no temer a la muerte. Por eso hoy sus viejos y nuevos amigos, que se sintieron acompañados por él en los duros momentos de su existencia, lo recuerdan con orgullo por haber sido sus amigos. Las últimas horas entre nosotros serán de infinita pena, pero también de una sonrisa insinuada y picaresca porque vivió para luchar pero también par agradecer la vida como la Violeta de su tierra común.

Murió en Venezuela, murió ahí porque amaba esa tierra donde vivió el exilio más duro, como si Dios quisiera entregarnos mensajes que no siempre podemos entender en esas viejas, antiguas y misteriosas cosas de la vida.

Claudio vivió entre los versos de Violeta y el escudo de Cañete. Entre Arauco y Chillán y también en Santiago donde reposará por decisión de sus hijos, para que sus huesos sean testimonio vivo de su lucha por la libertad.

No temió a la muerte porque sabía curar sus heridas, lo que le faltó fue otra cosa. Fue su inmenso corazón para luchar, para amar, para querer, para perdonar y para tomarse de las manos con su partido desde muy joven. El corazón de Claudio era demasiado grande para que cupiera muchos años en su cuerpo. Por eso murió joven.

Hoy está a la vera de su Dios, perdonando y haciendo oración para que los que seguimos en la tierra lo sigamos en su ejemplo y su vida.

Con los versos de Violeta, con el pendón de Cañete lo vamos a tener siempre entre nosotros. Todos los que vivimos para luchar y también los que no tienen esa pasión. Los que lo vieron en un emblema político y también para su familia y sus hijos y también para los que no lo conocieron. Lo van a despedir todos aquellos por los que luchó y hoy son la mayoría del pueblo chileno. Por ello sus hijos pueden mirarse al espejo de la historia y decir con mucha fuerza “mi padre vivió como pensó y jamás dejó de vivir como habló”. Pero sobre todo vivió y murió con las manos limpias.

Por ello pido excusas a todos aquellos que no son demócratas cristianos y a quienes en nombre del partido le agradecemos su aprecio y cariño por Claudio pero también les pido excusas para que hagamos una referencia muy particular desde la perspectiva del humanismo cristiano que él vivió.

Querido Claudio hoy cuando estés en el rostro de Dios, el Dios que todo lo sabe y te pregunte qué hiciste en la tierra por tu hermano podrás decir: Señor fuí Demócrata Cristiano

Santiago, mayo 15 del 2009

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