jueves, noviembre 16, 2006

Moción sobre cierre de establecimientos educacionales

Las Secretarías Regionales Ministeriales de Educación, se crearon con la finalidad de que fuesen aplicando las políticas educativas en la región respectiva, planificando, normando y supervisando el desarrollo del proceso educativo en los establecimientos ubicados en su territorio jurisdiccional.
Sin embargo, este proceso no se consideró suficiente, impulsándose Ia municipalización. En diciembre de 1979 se dictó el DL 3.063 sobre Rentas Municipales en que se facultó el traspaso de los establecimientos educacionales del Ministerio de Educación a los municipios. El articulo 38 de ese decreto ordenó Ia constitución del Fondo Común Municipal y establece que esos recursos deberán dedicarse preferentemente a crear, mantener y prestar servicios a la comunidad local.

Posteriormente, el 13 de junio de 1980 el DFL-1, reglamentó la aplicación del artículo 38 del DL 3.063 sobre Rentas Municipales.

Actualmente, especialmente en zonas rurales y por falta de matrícula, diversos Alcaldes han cerrado establecimientos educacionales, sin que exista coincidencia entre el criterio de las autoridades comunales y la respectiva Secretaría Regional Ministerial del Educación.

Por esta razón es que venimos a proponer el siguiente proyecto de ley:

PROYECTO DE LEY:

“Artículo único.- El cierre o fusión de los establecimientos educacionales decretado por los Alcaldes, debe contar con el informe previo favorable de la respectiva Secretaría Regional Ministerial.”.

SENADOR MARIANO RUIZ-ESQUIDE

martes, noviembre 07, 2006

La vuelta al colegio


El senador DC Mariano Ruiz Esquide colgó su uniforme escolar en el armario allá por mil novecientos cuarenta y tanto. Sin embargo esta semana, pese al tiempo y a las polillas, su añoso traje de pingüino pareció calzarle como nunca. Curioso resultó para algunos que el “decano” de la Cámara Alta cambiara su cómodo sillón parlamentario por un simple pupitre, al asumir como una suerte de mediador no oficial entre el gobierno y los estudiantes. Pero los que lo conocen, saben que pocas cosas lo estimulan más que trabajar con los jóvenes. Y también saben que el senador comparte el mismo “feeling” de los estudiantes: es detractor acérrimo de la municipalización de los colegios y de lo que él considera “el vergonzoso negociado de la Educación”. Durante tres días se la pasó en reuniones donde debatió de tú a tú con adolescentes de 16 años que, con seguridad, deben haberlo sentido a ratos como un “tata buena onda”. Recogió inquietudes y dio consejos y, aunque no siempre le hicieron caso, los mismos estudiantes reconocen que su presencia ayudó a pavimentar una salida a la crisis, con un gobierno que no siempre pareció dispuesto a escucharlos. “Todo se dio de una manera muy espontánea. Tuve una reunión con los dirigentes de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (Feuc) y ellos, viendo lo que estaba pasando, les propusieron a los dirigentes secundarios que hablaran conmigo, en mi calidad de presidente de la Comisión de Educación del Senado. Me senté a conversar el día lunes con los voceros de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios, y ellos me transmitieron sus dudas acerca de lo que había ofertado la Presidenta. Después precisaron sus demandas y me preguntaron si se las podía hacer llegar al gobierno”. -¿Y como pensaba servir de nexo? -Llamé al ministro del Interior, Andrés Zaldívar, y le pregunté si podía hacerlo. Él me dijo que sí y quedé de llevarle las peticiones. Surgió la idea de que podía hacerse un intercambio de cartas, con las solicitudes de los alumnos y las respuestas del gobierno. En realidad se dio así porque con Andrés somos amigos, y los dos estábamos interesados en que esto se arreglara. Yo nunca dije que era mediador, porque para eso una parte tiene que pedirlo y la otra aceptarlo. -En la práctica, ¿cómo comenzaron a operar? -Con los muchachos acordamos reunirnos esa misma tarde. Lo hicimos en casa del ex senador Sergio Páez, quien nos la ofreció para que no nos pillaran y para poder trabajar tranquilos. De ahí nos fuimos a la sede del Senado en Santiago, donde se redactó la carta que, finalmente, yo le llevé al ministro del Interior. -Pero el ministro del Interior no la recibió. -Andrés la leyó y me dijo que no la podía recibir, porque excedía los planteamientos que yo le había transmitido en la mañana. Según él, sería reabrir negociaciones sobre temas absolutamente diferentes. Lamentablemente eso yo no se lo pude transmitir a los muchachos, porque entonces ya se habían ido. Eran como las dos de la mañana y yo ya los había mandado a dejar. Descoordinaciones y quiebres -Pero al otro día tampoco acusaron recibo… -Me comuniqué con los chicos a la mañana siguiente, y les expliqué la posición del gobierno: era imposible que La Moneda aceptara su petición de tener el 50% más uno de los representantes del Consejo Asesor Presidencial de Educación. Además, los secundarios pedían una explicitación demasiado detallista de algunas tareas para modificar la Ley Orgánica de la Enseñanza (Loce), o la manera de corregir la Jornada Escolar Completa (JEC). El gobierno estimaba que podía hacerse un acuerdo sobre bases generales, pero no a tal nivel de detalle. Ahí se fue quebrando la cosa. -¿Cuándo terminó de quebrarse? -El martes a las 19 horas, convoqué a una conferencia de prensa para decir “me voy”. Cinco minutos antes de entrar a la conferencia, me llama Zaldívar y me dice, “si los muchachos se bajan al 40% en vez del 50%, estamos en condiciones de acoger su petición, sin exceso de detalles y sin que aparezca como una exigencia”. La conferencia de prensa fue muy extraña: la convoqué para irme y terminé diciendo que me quedaba. -Si el gobierno estaba dispuesto a ceder, y los estudiantes también, ¿entonces qué falló? -Al otro día, a las 7 de la mañana, me comuniqué con los muchachos. Me dijeron que lo iban a decidir a las 9.30. A esa hora, cuando ya salían para el Congreso Nacional, hablé con el vocero Juan Carlos Herrera, y me dijo que no había espacio para analizar el tema, porque la asamblea tendría que resolverlo entre hoy y mañana. Y como el gobierno ya había convocado al Consejo Asesor, le dije que no había nada más que hacer, porque esto no se podía andar discutiendo después. Y ante eso, el miércoles a las 11 de la mañana renuncié. -¿Al final fue todo un problema de tiempos? -Exacto. No hubo cómo convencer a los muchachos de dos cosas. Yo les dije, partan de la base que el 98% de lo que ustedes están pidiendo va a ser dado. Pero entiendan que la Presidenta no puede decir “acojo el planteamiento”, porque ustedes están en paro. Entonces esto terminaría siendo un encañonamiento al gobierno, y eso ningún gobierno lo puede aceptar. Les dije también que éste era el momento de bajarse, porque de otra manera les iba a ir mal, porque la gente se estaba aburriendo, porque iba a haber temporales y porque el viernes empezaba el Mundial. Inteligentes pero porfiados -A usted, que trabajó con ellos, ¿qué impresión le dejaron los muchachos? -Son inteligentes, comprometidos, organizados y muy firmes en sus posiciones. En Chile todos se quejan de que los jóvenes “no están ni ahí”, que no tienen interés, y en definitiva estos chicos demostraron que son capaces de moverse y de jugarse por causas nobles, y de hacerlo bien. Trabajar con ellos fue una experiencia muy grata y estimulante. -Pero… ¿hay un pero, verdad? -Son extremadamente confusos en algunos aspectos. Y eso es natural, porque tienen 16 años. Cuando estuve con ellos, los encontré tremendamente cansados; imagínese estar discutiendo semanas, y terminar en el Congreso Nacional a las 2 de la mañana, tratando de armar un arreglo que finalmente no se logró. Y por último, los noto muy porfiados. Debieron haber aceptado en ese momento… -¿Qué riesgo corrían al no aceptar la propuesta del gobierno? -Que a partir de ese momento, el movimiento dejaba de tener el prestigio y la acogida que tuvo al principio entre la gente. En segundo lugar, que podían perder el liderazgo del movimiento; iban a empezar a meterse otros grupos ajenos llamando a paro y a movilizarse, como pasó con el Frente Manuel Rodríguez. Y tercero, iban a perder la oportunidad brutal e histórica de haber incorporado a seis estudiantes secundarios en el Consejo. Habrían sido la delegación estamental más grande del Consejo, superando incluso a los representantes del Parlamento. Les advertí que iban en el minuto 80 ganando 3-0, pero que en estos 10 minutos finales, les podían meter 4 goles y dar vuelta el partido. “Váyanse ahora y se van como reyes”, les dije. Pero no me hicieron caso… ¿Zilic al sacrificio? -Algunos parlamentarios de oposición han pedido la cabeza del ministro de Educación, Martín Zilic. La opinión pública tampoco ha evaluado bien su gestión. ¿Cuánta responsabilidad le cabe realmente al ministro en el manejo de la crisis? -Martín me manifestó esta semana que muy pocas veces actuó a iniciativa propia. Normalmente las decisiones que tomó fueron consultadas con La Moneda, y él me dijo que se sentía como “el pato de la boda”. Hubo medidas que no debieron tomarse, pero él las asumió como propias porque era el ministro. Cuando estos conflictos se dilatan mucho, el ministro sectorial deja de tener relevancia y los temas pasan a tratarse directamente con La Moneda. Su papel es bien ingrato, porque a menudo quedan como el “jamón de sándwich”. Del gobierno le dicen, “ofrezca 10”, y después sale el Presidente ofreciendo 12. Por eso que los ministros sectoriales frente a estos conflictos quedan muy vulnerables, y suelen ser los primeros en ser sacrificados. -¿Cree que Zilic podría ser sacrificado? -Eso sería especular. Pero yo creo que si este ministro se va a consecuencia de esta crisis, también es probable que caigan otros. -Eso podría ser grave para la DC, porque podrían quitarles la cartera de Educación, que históricamente han asumido ustedes… -Ha sido una norma en los gobiernos de la Concertación que el ministro que se va sea reemplazado por un ministro de su misma colectividad. Si cae un DC, vuelve otro DC. No, es un axioma, pero ha ocurrido cerca del 70% de las veces. -Estamos en 2006 y no en 1970. ¿Por qué entonces sigue siendo tan importante para la DC conservar el Ministerio de Educación, en desmedro del PS? -A nosotros nos gusta tener este Ministerio porque nos interesa la educación. Tenemos una concepción humanista, donde la formación de la gente, los valores espirituales, el desarrollo personal, intelectual y emocional del hombre es muy importante. -Pero imagino que la el tema valórico no les resulta indiferente. La visión de mundo de la DC es muy distinta a la del PS... -Nosotros creemos que el Estado debe tener una actitud que proteja la libertad de enseñanza, la oriente hacia el bien común, le dé valores e impida el libertinaje y los excesos. Creemos que tenemos en eso una mayor pertinencia que el bloque progresista, una visión más ecuánime del tema, y una capacidad de mirar e interpretar más ampliamente a la sociedad chilena. Ese es un plus nuestro, y no una falta de consideración a los demás partidos. Creo que la DC puede manejar mejor el tema de la educación que el PS. Definiciones frente a la Loce: Libertinaje: “La educación es ahora un negociado descomunal. La Loce retira la capacidad del Estado de controlar los excesos, y por lo tanto se transforma en un libertinaje. Cada colegio enseña, instala, dice y hace lo que quiere”. Municipalización: “Son 340 municipios convertidos en 340 Ministerios de Educación”. Manos atadas: “La Concertación no tuvo durante 16 años el quórum para modificar la Loce. En 1992 se presentó un proyecto para terminar con la municipalización, pero como no podíamos ganar, se le puso más dinero a los municipios. Eso fue ponerle parches a un modelo que tendía a la autodestrucción”. ¿Visto bueno?: “Hay un cambio de escenario, y ahora la derecha no puede alegar que la reforma a la Loce es un capricho de la Concertación. Es un movimiento que movilizó a un millón de muchachos el que les dice “échenle pa’ delante’”. La “desconocida” de Lagos Weber: “No me ayude compadre” -En medio de las negociaciones, el gobierno pareció quitarle el piso. El ministro Lagos Weber declaró que usted no tenía nada que hacer ahí. -Yo creo que la declaración del ministro Lagos no fue afortunada. Los muchachos estaban entusiasmados en ver que yo los podía ayudar, y en ese momento se dan cuenta de que sale el gobierno diciendo “no me ayude compadre, que yo no lo voy a escuchar”. En esas condiciones, es lógico que los estudiantes iban a pensar “para qué seguimos hablando con usted”. Estuvimos a minutos de haber resuelto el tema.
Francisco Bañados Placencia
Ilustración: Domingo Baño A
Derechos reservados de Diario El Sur S.A.

"CONSIDERACION A PROPOSITO DE APORTE CHILENO A LUCHA MUNDIAL CONTRA EL HAMBRE Y PANDEMIAS".


El señor RUIZ-ESQUIDE.- Señor Presidente, hace algunos días el Senado aprobó por estrecha mayoría el proyecto que autoriza a la Presidenta de la República para aportar 5 millones de dólares a la lucha, a través de las Naciones Unidas, contra el hambre y las enfermedades más graves, como el sida, la malaria y la tuberculosis.
Más allá del resultado, fue relevante también la argumentación, tanto en un sentido cuanto en otro. Como bien lo reflejó mi votación, me pronuncié a favor. Y el debate habido me lleva a algunas consideraciones, en las que están envueltos asuntos económicos, de bien nacional, de la solidaridad internacional y de los deberes políticos de los parlamentarios.
El gran problema fue cómo debe entender Chile su quehacer nacional e internacional en cuanto parte de un mundo globalizado y simultáneamente solidario, al decir de los discursos de los últimos 15 años. Eso significa, al tenor de lo expresado, que ambos conceptos deben ser vistos en sus alcances económico y moral, en su misión interna y en su dimensión comparativa con el resto de los países.
Lo anterior requiere ver el mundo de hoy, más amplio y cercano, con más derechos para todos y oportunidades equitativas.
Según mi personal apreciación, en un mundo así planteado, los chilenos, tan lejanos, tenemos directrices que debemos conciliar.
La primera es que somos hermanos, no por un discurso religioso o humanístico, sino por uno real y biológicamente comprobado.
El gran proyecto EVA, de las Naciones Unidas, que sigue las migraciones del ser humano desde su población en la Tierra, a través del estudio genético, demuestra que somos estrictamente hermanos y que en el hecho no existe diferencia entre un alacalufe, un nórdico de Europa y un centroafricano. La vieja concepción tan racista de que “todos somos iguales, pero algunos somos más iguales que otros” es genéticamente falsa, se destruye en la era del genoma y sólo constituye un sustento artificial para defender el egoísmo de aquellos que se restan a la solidaridad por razones raciales o simplemente por políticas circunstanciales.
La segunda directriz es que, por consiguiente, para quienes tenemos una concepción humanista -que la creo en cada uno de los integrantes del Senado- y, más aún, católica universal, el prójimo no es ya sólo el cercano, sino todo aquel que habita el planeta. Lo católico es lo universal y la concepción planetaria de Teilhard de Chardin se nos presenta como irrebatible a la hora de analizar nuestras conductas y deberes.
La consecuencia moral radica en que mi obligación ética como ser humano es igual para con todos. Así fue siempre en la historia de los siglos cristianos, como lo fue también -por desgracia- la pérdida de esa comunidad para dar origen al absolutismo chovinista, que degeneró en las luchas nacionalistas, el liberalismo individualista y su respuesta de lucha de clases, como contrapeso.
La tercera directriz tiene una doble dimensión.
En primer lugar, la solidaridad, la cual es gratuita, no busca el interés del pago, no genera dudas, no espera recompensa y es universal. Luego, no sólo constituye obligación de algunos Estados, sino de todos ellos, y también, de todos y cada uno de los que forman las comunidades, en la medida de sus posibilidades.
Este planteamiento puede sonar extraño, atípico o estulto en un mundo donde el eje de las conductas es tener y no ser. Este asumir como legítimo lo que no es legítimo ni moral, que no es moderno y ni siquiera eficiente para la propia economía, en un exceso sin límites, es el origen de buena parte de los males del orbe y de los ciudadanos.
Nuestro mundo crece, pero no se desarrolla humanamente. Cada vez somos más ricos pero más dependientes de una esperanza de la mayoría que lleva a índices siniestros: mientras más riqueza y peor distribución, mayores depresiones.
Chile, por desgracia, no escapa a esa regla, pues nos educamos para la riqueza cada vez mayor, pero más lejana y, por ende, obsesionante, hedonista, pero destructora de la auténtica felicidad. Además, termina siendo fratricida, porque nos obliga a la competencia para esos efectos. Aun en el mayor pragmatismo, la economía cae porque disminuye el poder de compra.
La segunda dimensión dice relación al resguardo del bien individual o nacional, parte esencial también de la vieja conciliación entre el bien individual y el bien común que debemos administrar como Gobierno y Parlamento en cuanto somos autoridad.
Sé que hay un conflicto de convicciones acerca de cuál debe primar. En nuestra opción, los derechos naturales a la vida, a la salud, a la libertad, a la educación, a la vivienda, a la seguridad y al respeto están por encima del colectivo social, porque se hallan adscritos a la persona trascendente.
Los otros derechos individuales deben ser respetados, pero sujetos al bien común. La propiedad privada y el derecho a incrementar la riqueza también han de ser protegidos por la ley. Sin embargo, la riqueza excesiva, la usura y el anatocismo legalizado en los hechos son éticamente inaceptables.
Si he señalado que somos un solo hombre y una sola mujer en el mundo, ¿debo aplicar con la misma fuerza esa solidaridad o tenemos nosotros una mayor obligación para con Chile y los chilenos? Con franqueza, sí. La tenemos en cuanto nuestro deber de autoridad conlleva esta precisa responsabilidad.
Como parlamentarios, Chile y nuestros electores son "nuestras circunstancias", al decir de Ortega y Gasset.
Por lo tanto, la pregunta es: ¿podemos conciliar ambos deberes? Yo creo que sí, porque las normas morales y las del ejercicio del poder exigen el criterio para distinguir entre la obligación particular y la general y el recto uso de nuestras posibilidades, a la luz de la capacidad del país para resolver los problemas nacionales, junto con ayudar a quienes necesitan nuestro apoyo porque están peor aún que nosotros.
El respeto a nuestra gente que no tiene otra ayuda ha de ser conciliado con el respeto al mundo más pobre que nosotros, que también es responsabilidad de otros países.
Es necesaria la sabiduría para resolver entre la obligación solidaria universal y la obligación más cercana aplicada con criterio y buen juicio, esencia del arte de gobernar. Es lo que hace el Gobierno al destinar una mínima fracción de lo que invierte en nuestros compatriotas, en el más grande presupuesto social de la historia de Chile.
Por eso debe respaldarse -y así lo hicimos- dicho proyecto. Porque estamos progresando con esa política y porque la ayuda a las Naciones Unidas es mínima en comparación con nuestro presupuesto. Los cinco millones de dólares significan 0,02 por ciento de los diez billones de pesos aplicados al gasto social.
Desde el punto de vista económico, estamos avanzando a pasos agigantados, a la luz de todos los parámetros macroeconómicos. Chile camina lenta pero decididamente a ser un país con mayor equidad social, más allá de la mala distribución de la riqueza, a la que me referiré.
Por lo tanto, es ético participar en esa cruzada. El que otros no lo hagan no nos excusa de nuestro deber solidario.
Otra de las discusiones se refiere a si la solidaridad debe ser mirada como un mecanismo de prestigio internacional.
Reconozco que es un punto válido para Chile. Hemos ganado prestigio por nuestro orden económico, por el crecimiento del comercio internacional, por nuestra palabra respetada y respetable. Hemos logrado superar la penosa dicotomía de ser objeto de presiones de una o de varias potencias. Pero también debo decir que me duele que sea necesario hacerlo en esta perspectiva, porque así el aporte chileno pierde la pureza del valor solidario y pasa a ser, desde el ángulo moralista, una suerte de “acto imperfecto” de ayuda internacional, por la intencionalidad con que algunos lo plantean.
Lo último del debate -apenas fue tratado- se refiere a cómo se paga o debe pagarse el apoyo en cuestión. ¿Es solamente un asunto de gobierno o es un asunto de la sociedad? Planteado de otra manera: en el estado actual de la economía y de la distribución de la riqueza en Chile, ¿se justifica rechazar el proyecto sólo por "las necesidades de la gente humilde" aún no satisfechas? o ¿es una manera de algunos sectores con mayor poder financiero de eludir el deber no cumplido de los grandes ingresos en un país que tiene tributos bajos, en comparación con otras naciones del mundo, y -peor todavía- mal distribuidos? Dicho de otra forma, ¿puede hacerse este alegato en contra de nuestro aporte sin mencionar dicho aspecto? Creo que no, y por eso lo traigo a colación.
Chile tiene una economía estable gracias, sobre todo, al trabajo de los empresarios productivos -debo reconocer que no lo siento así respecto de los sectores puramente financieros-; a la estabilidad política generada por un Gobierno y un Parlamento serios, y al sacrificio de sus trabajadores manuales e intelectuales, quienes han aceptado, en la primera fase de la reconciliación democrática, recibir la parte minoritaria del ingreso nacional.
En este vistazo hay hechos y cifras que nos interpelan al pensar que todo es responsabilidad del Estado y que el sector privado no tiene responsabilidad, y donde pareciera que la llamada "responsabilidad social de la empresa" -que reconozco como una idea central en los cambios de los parámetros de comportamiento del capital- es más bien un simple rótulo para salvar la conciencia bajo el expediente del pago suficiente a través de los impuestos.
Bastan las cifras ya conocidas:
-Chile tiene un bajo índice de tributación, comparado con países de similar crecimiento; y por ello somos la sociedad con más injusta distribución del ingreso en América Latina.
-El 10 por ciento de los chilenos poseen 47 por ciento de las riquezas nacionales.
-Las utilidades de las grandes empresas suben de 30 a 40 por ciento anual, con una inflación y un aumento de salarios que no superan el 5 por ciento.
-Las exportaciones de dinero chileno superan los dos mil millones de dólares a países de menor seguridad y similar utilidad.
-La generación de empresas secundarias en las grandes explotaciones de riquezas naturales es mínima, a pesar de las garantías excepcionales que se otorgan en algunas áreas. De generarse más, subiría nuestra equidad y se crearía trabajo.

-Más de cinco mil chilenos ganan sobre 5 millones de pesos líquidos mensuales -según las informaciones recogidas-, que deben compararse con un salario mínimo de 150 mil pesos. Es decir, en proporción de 1:33; de un mes a casi 3 años.
Pero cuando se extreman las cifras a las realidades más verdaderas e impactantes, vemos que algunos chilenos -al tenor de sus propias palabras- declaran un patrimonio cercano a los mil millones de dólares, que conservadoramente, colocados a una tasa de 0,4 por ciento mensual en cualquier banco, generan una renta de 2 mil 125 millones de pesos mensuales.
Si se compara esa cifra con el sueldo mínimo, de 150 mil pesos, la relación es de 1 a 14 mil 166; o sea, casi 1.180 años.
¡Ni la más fecunda imaginación permite una diferencia tan brutal, y a mi juicio inmoral, pues debemos remontarnos 57 generaciones y más allá del anterior milenio!
Por ello, acudir a la justicia distributiva para reclamar la acción del Estado sin reconocer la obligación del mundo privado en esos niveles me parece inconsecuente, pues implica desconocer la visualización de la economía al servicio de la persona humana.
Dicho en una pregunta final: ¿Es legítima esa ganancia o se trata sólo de una mezcla de usura disfrazada y de anatocismo legal llevado a cabo usando distintas fórmulas que lo encubren? Todo -insisto-, en un bajo promedio de tributos. Porque las informaciones económicas demuestran que Chile no figura entre las naciones con más alta tributación, ni siquiera de América Latina.
Un análisis del alegato reciente abre cifras, hechos y requerimientos que dejan al desnudo el capitalismo salvaje de nuestra economía y la carencia absoluta de equidad.
Un punto como el discutido en el Senado tiene otras dimensiones que están en el debate diario del país.
Dicho con claridad, las cifras evidencian que el modelo capitalista que nos rige no resiste más y debe ser corregido.
A veces -debo reconocer- produce una ternura casi malsana ver a las grandes instituciones financieras preocupadas de los pobres desde los mil años que separan sus ingresos de los de aquellos que sufren esas diferencias.
Por ello, tal vez sea el momento de pedir a mis colegas del Senado y al Gobierno que, junto con implementar otras medidas que hemos planteado de manera reiterada, hagamos la gran reforma tributaria que requerimos, que sea justa en cuanto a lo que se gana y en un adecuado nivel económico.
Así lo esperamos.
He dicho.